Las 4 heridas de la infancia que aún te pueden estar doliendo

Las 4 heridas de la infancia que aún te pueden estar doliendo

Hay heridas que no sangran, pero pesan. Son esas marcas invisibles que se forman cuando somos pequeños y no tenemos los recursos emocionales para entender lo que nos pasa. Heridas que nacen de lo que no recibimos, de lo que nos dolió, de lo que no pudimos procesar.

Lo que muchos no saben es que esas heridas no se quedan en la infancia. Las cargamos, muchas veces sin darnos cuenta, y terminan influyendo en cómo amamos, cómo nos relacionamos y hasta en cómo nos hablamos a nosotros mismos.

Hoy quiero contarte sobre cuatro heridas emocionales comunes de la infancia y cómo pueden estar apareciendo en tu vida adulta:


1. La herida de abandono

Esta herida nace cuando hubo una figura importante que estuvo ausente física o emocionalmente.

🩹 Cómo se siente hoy:

  • Miedo profundo a que te dejen.
  • Necesidad constante de validación y contacto.
  • Ansiedad cuando alguien se aleja o no responde rápido.
  • Te cuesta estar solx o sueles quedarte en relaciones que no te hacen bien, solo por no enfrentar la soledad.
  • Dudas de tu valor si no te están eligiendo constantemente.

🧠 Tu sistema nervioso aprendió a vivir en alerta, buscando señales de que alguien te va a abandonar.


2. La herida de no sentirte dignx

Nace cuando en la infancia no sentiste que eras suficiente tal como eras: quizás te exigieron demasiado, te compararon o no reconocieron tus logros.

🩹 Cómo se ve en la adultez:

  • Sientes que siempre debes hacer más para merecer amor.
  • Te cuesta aceptar un cumplido, lo minimizas o lo ignoras.
  • Eres muy durx contigo mismo y vives con una sensación de que no haces lo suficiente.
  • Te sobreexiges, te agotas, pero igual sientes que no das la talla.
  • Cuando alguien te ama o te cuida, dudas si lo mereces.

🧠 Tu autoestima se construyó mirando hacia afuera en lugar de adentro.


3. La herida de rechazo

Se forma cuando en algún momento sentiste que no eras bienvenido, que lo que eras o sentías no era aceptado.

🩹 En la vida adulta se puede mostrar así:

  • Reaccionas con defensividad ante cualquier crítica.
  • Temes tanto fallar que ni siquiera lo intentas.
  • Te comparas constantemente con los demás.
  • Te cuesta confiar porque crees que te van a rechazar.
  • Haces todo por agradar, incluso si eso significa dejarte en segundo plano.

🧠 Aprendiste a esconder partes de ti para evitar ser herido.


4. La herida de negligencia emocional

No siempre es visible. Se da cuando tus necesidades emocionales no fueron vistas, validadas o atendidas, aunque tus necesidades básicas hayan estado cubiertas.

🩹 Hoy puede verse así:

  • Te cuesta mucho pedir ayuda o mostrar vulnerabilidad.
  • Sientes que no puedes depender de nadie.
  • Tienes ansiedad en las relaciones, como si algo malo fuera a pasar.
  • Te resulta difícil poner límites o decir que no.
  • Repites vínculos donde no te sienten o no te cuidan, porque eso te resulta familiar.

🧠 Tu cerebro aprendió que tus emociones no importan, así que las callas o las ignoras.


Sanar empieza por darte cuenta

Estas heridas no definen quién eres. Pero sí influyen en cómo te vinculas, cómo te tratas y cómo te dejas tratar. La buena noticia es que todo eso se puede transformar.

Sanar no es lineal, ni inmediato. Es un proceso profundo y valiente, que empieza por mirar con honestidad y ternura lo que alguna vez dolió. Por nombrarlo, por entenderlo… y por dejar de vivir desde el automático.


Tú no eres tus heridas. Tú eres tu capacidad de sanar.
Y ese proceso, aunque duela, es una forma de volver a casa.

Regresar al blog